viernes, 6 de septiembre de 2019

Es triste el campo cuando atardece.
Sus caminos se oscurecen
y parecen indicar
la senda hacia la muerte.
Callan los pájaros, chillan murciélagos.
El olivar, solitario, languidece.

Ante tal espectáculo,
como si un mal augurio fuese,
la sangre se estremece.

Así que ven, amor, con tu luz de aurora
y tu calor de tahona.
Enciende rápido esta noche
matrona del miedo
y haz pan tierno con mi alma.
Venceremos lágrimas, desdichas.
A la mañana se llega por donde tú mires,
hacia donde tú ilumines.

Ahítos de pan caliente y dulce calma
tórtolas seremos,
beso entre plumas y vuelos,
color y mediodía.

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