lunes, 10 de noviembre de 2025

 Cuánto nos complicamos la vida.


Si a cualquiera le preguntan qué es la fé para él, posiblemente la mayoría no tenga respuesta. Pensaría que esas son cosas teológicas, filosóficas, cosas muy gordas para su flaca inteligencia.


Sin embargo qué cerca tenemos la respuesta. Lo malo es que no la vemos.


Te dicen que cierta leche Puleva lleva colágeno, y la compras porque te dijeron que el colágeno es bueno para esto o para lo otro, y porque Puleva siempre será mejor que Hacendado (¡dónde va a parar!), y como no es muy habitual tener un laboratorio en casa ni tampoco mucha idea, como en mi caso, de qué es el colágeno, te la tragas enterita, y tan feliz.


Pues ahí está la fé, mira qué cerca.


Si te das una vueltecita por cualquier supermercado y pasas por la zona de lácteos, cómprate antes un diccionario de bioquímica. Yo me lo estoy planteando. Qué nivel, Maribel. Cuánta palabreja. Que si bifidus, que si omega 3, que si rico en fibra, y avanzando, así te hicieran un examen y sacaras sobresaliente, de nada te sirve si no te actualizas casi a diario, porque cuando crees que ya te lo sabes todo te embisten con un kéfir o una vitamina B9 y se te cae el ánimo a los pies, de nuevo eres un paleto ignorante, de nuevo otra vez tu cara blanca y los ojos desencajados ante lo último de lo último en la más alta y más sana de todas las alimentaciones posibles.


Una tía abuela mía trincaba una cabra lactante, le agarraba una teta, y como el que bebe en una fuente: del chorro a la boca. Duró casi cien años, los mismos que mi abuela, su hermana. No me lo contaron: la vi hacerlo en un cortijo. Si las pobres levantaran la cabeza...

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