jueves, 26 de agosto de 2021

 CÓMO ES DE DULCE EL RECUERDO, QUE ES AMARGA LA VERDAD. CUANDO TODO SE OSCURECE, SIN EL RITMO DE TU LUZ. 


Tengo las uñas crecidas hacia adentro

de tanto trepar vertiente abajo.

A mi espalda sujeto un paraelevaciones,

porque el cielo que procuro está en lo hondo.

Me visto para bañarme y me arropo con hielo en el invierno.

Me como el pan con cuchara, los gazpachos a mordiscos.

Soy el morisco cristiano que a Buda ofrenda jazmines.

Todo al revés, todo mezclado y confuso.

Soy como veleta bien engrasada en la espadaña de los mil vientos. 

Pero a veces vienen a mí y se me posan golondrinas, que son unas aves extraordinarias, intrépidas en su vuelo, y les busco con ahínco y apresura su palabra correcta, como quien da su vida por indicarles el camino exacto a los peregrinos perdidos en una encrucijada de caminos, como el sembrador nieto de los antiguos abuelos pobladores de la tierra, que mi palabra lleven en sus picos igual que semillas longevas, que yo haré multicolor tapiz sobre el suelo retráctil de mi memoria con las hebras sagradas de sus sombras.

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