Cuando llego a mi infierno
siempre estás en la puerta
prohibiéndome el paso.
Eres tú quien consigue
devolverme a los pájaros,
a la noche estrellada,
al limpio manantial,
a bucólicos prados.
Cada mayo es la ofrenda
que yo te doy a cambio.
Normalmente suelo tener más ganas de escribir que de leer. Lo sé porque me observo: al leer siento impulso hacia la escritura, pero casi n...
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