lunes, 12 de agosto de 2019

En el patio de mi taller estoy, sentado en el sillón de mimbre, con una cervecita y el tabaco sobre un taburete muy rústico que hice hace ya unos cuantos de años, y mi librito de Machado abierto bocabajo apoyado sobre mi muslo derecho. Aún me dura en la boca el sabor del tomate que me comí hace un rato, recién cogido de la mata, pelado, partido en dos, un poquito de sal en cada trozo, y si alguien me hubiese visto comerlo seguramente me compararía con ese niño que come melón en el cuadro de Murillo, porque el caldo tan abundante era difícil de contenerlo entre los labios sin que se escapase.

Leo, dejo de leer, bebo un traguito, enciendo un cigarro, miro al cielo, al campo. Está todo casi en silencio. No hace ningún calor para ser agosto ni se mueve una gota de aire. Leo el libro como si bebiese un jarabe, o más bien un dulce veneno. Apenas termino de leer un poema, a veces medio, a veces un par de versos solamente, y se ve que hoy Machado me sabe volver a abrir muy bien por dentro esa herida que nunca cicatriza en mí, tal vez porque yo mismo lo impido, porque ese extraño dolor interior me hace ver las cosas como yo quiero mirarlas, con una visión parecida a la melancolía y a la tristeza, aunque en el fondo no lo sea. Si la lágrima ya amenaza con resbalar detengo la lectura, y coloco otra vez el libro sobre mi muslo. Entonces me calmo, y es una calma superior a cualquier otra calma. Y las cosas, tanto las externas como las interiores, se ven distintas, se ablandan, se vuelven dulces, y si de un alimento se tratara, diría que son más digeribles. Todo recobra otro sentido, más vivo quizás, más presente. Las cosas me dicen que están, y yo lo compruebo. Es así.

Al fondo veo Puente Genil. Desde esta distancia, con los colores que la tarde a punto de vencer ofrece a la vista, parece una laguna de nieve entre un campo enorme de lavandas. Allí vine a la luz del mundo por primera vez, aunque era de noche. Creo que esa circunstancia marcó mi vida, porque siempre ando como buscando una luz verdadera.

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