La u y la i son pobres,
las pobres de la familia.
Siempre a las otras unidas.
Sólo suenan si se atildan.
-Qué redondez de la o,
añora la flaca i,
tan famélica y escuálida.
-Cuánto bello hay en la e,
llora la u malnutrida.
Quiere volverse crisálida.
-Oh gran reino de la a,
amada hada de nata.
En todo hay repartición,
buena suerte, y otra mala.
-Por poco no soy la o,
dice la u a la i.
-Pues mírame yo,
fideo entre e y o.
-Y hay quien dice que ni somos,
familia de las vocales.
-¿Pues qué leche entonces somos?
-Leí semiconsonantes.
-Menos que poco y na.
-Ni chicha ni limoná.
-Mas entre pobres con pobres
también diferencias haylas,
dijo la u repentina.
-No sé por quién lo dirás,
responde i sorprendida.
-Pues bien que lo sabes tú,
cuando vamos tú y yo unidas.
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