martes, 4 de febrero de 2020

Eso que llaman patria será como la tierra que vi en tus ojos, aquella mañana que me iba al extranjero.

Desde el mástil de tu frente bandereabas paños color café, y tu boca era alegre y emotiva como ciertos himnos eslavos.
En tus manos sonaban sirenas,
como en los puertos.

Dicen que un marinero en su barco
nunca está fuera de su patria.
Así atravesé campos y ríos, a bordo de mi pecho en que resides mascarón de proa,
hasta alcanzar regiones donde tu nombre en el aire era una pluma exótica.

Regresé pronto, telúrico y con morriña
como gallego en aguas del River Plate,
cargado de nomeolvides
y un sombrero.

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