Eso que llaman patria será como la tierra que vi en tus ojos, aquella mañana que me iba al extranjero.
Desde el mástil de tu frente bandereabas paños color café, y tu boca era alegre y emotiva como ciertos himnos eslavos.
En tus manos sonaban sirenas,
como en los puertos.
Dicen que un marinero en su barco
nunca está fuera de su patria.
Así atravesé campos y ríos, a bordo de mi pecho en que resides mascarón de proa,
hasta alcanzar regiones donde tu nombre en el aire era una pluma exótica.
Regresé pronto, telúrico y con morriña
como gallego en aguas del River Plate,
cargado de nomeolvides
y un sombrero.
martes, 4 de febrero de 2020
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Normalmente suelo tener más ganas de escribir que de leer. Lo sé porque me observo: al leer siento impulso hacia la escritura, pero casi n...
-
Un cénit de verano sobre la vertical señal de tráfico. Entre la escueta sombra, o férvida sartén, y en la cuneta, resuella un pajarillo.
-
Cuando la vida se inclinaba lentamente hacia el sueño; cuando las plantas y animales comenzaban a vivir su diario intervalo de leve in...
-
Habito entre las ruinas de lo que nunca fui. Respiro los retales de un aire imaginado. Pero incesante, en mi centro, este batir de alas: la...
No hay comentarios:
Publicar un comentario