Eso que llaman patria será como la tierra que vi en tus ojos, aquella mañana que me iba al extranjero.
Desde el mástil de tu frente bandereabas paños color café, y tu boca era alegre y emotiva como ciertos himnos eslavos.
En tus manos sonaban sirenas,
como en los puertos.
Dicen que un marinero en su barco
nunca está fuera de su patria.
Así atravesé campos y ríos, a bordo de mi pecho en que resides mascarón de proa,
hasta alcanzar regiones donde tu nombre en el aire era una pluma exótica.
Regresé pronto, telúrico y con morriña
como gallego en aguas del River Plate,
cargado de nomeolvides
y un sombrero.
martes, 4 de febrero de 2020
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