Has vuelto, como una aurora veraniega o una crecida antorcha.
Vienen contigo colgando de tus mejillas hebras de luz eterna.
Más bella, más alta, regresas después de cuatro siglos larguísimos como noventa o cien horas,
con mi vida en tu maleta, y sin la última peca.
Has vuelto, con más panes y peces en las manos por las multiplicaciones que hizo tu ausencia.
Has vuelto, y con la escoba de tu sola presencia vuelves a barrerme sin ver y sin querer
las hojas caídas alrededor de mis pies.
Has vuelto, estás aquí de nuevo,
analgésica y redentora como una mar llana.
viernes, 28 de febrero de 2020
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