A veces necesito mirar el infinito
que existe en cualquier punto:
una mosca que llega y que se posa
en la cara de un libro.
Un mechero, un bolígrafo.
Mi reloj de pulsera en la mesa tendido.
Un flexómetro, un folio hecho un gurruño.
El taco de madera achicharrado
donde pongo en descanso cigarrillos.
O acaso sea mejor cerrar los ojos
y abrir de par en par a los oídos:
ni pájaros ni fuentes,
tan sólo el viento fuerte y repetido,
así va todo julio.
A veces un tractor a sus labores.
A veces un camión con mercancía.
A veces un taladro lejano que se impone ante los fuertes vientos
tractores y camiones.
Et c'est tout, mes amis.
Primavera promete, mas no se compromete.
He aquí su producto. Lo perjurado en mayo.
El fruto corrompido. El tedio y el hastío.
viernes, 17 de julio de 2020
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