Yo bien sé
de mi peso en la tierra.
Que apenas pegue un salto
regreso pronto a ella.
Yo bien sé
de la senda obligada,
de la noria que gira
dando vueltas y vueltas:
la vista dirigida,
semitapada,
y al cuello gruesa cuerda
al palo atada.
Pero dejadme,
al menos esta tarde,
que una flecha ha surgido
desde un rincón remoto,
y acertó en mis amarras,
y vuelo como loco
por las cimas más altas,
graznando con estrépito
de ola,
de viento y de cascada.
Que no se inquiete nadie.
Será un instante.
Bien sé yo
de mi peso en la tierra.
Si apenas pego un salto
regreso pronto a ella.
Pero dejadme.
Al menos esta tarde.
Por encima de tilos y castaños,
qué grata es la mirada.
Diamantes en el mar,
y copas que se mecen
al compás del alma.
sábado, 29 de agosto de 2020
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