jueves, 18 de febrero de 2021

 Por los fríos senderos de aquel parque,

de repente ante mí,

como frutos de nieve sobre un árbol desnudo,

decenas de palomas, de arrullos blancos.


Yo no buscaba nada.

Si acaso soledad.

Si acaso cierta calma en las bodegas

de los troncos helados donde duerme la savia,

donde sueña y espera.


Los parques en invierno son crueles.

La umbría de los parques en invierno huele a tumba,

a materia podrida, a tierra desterrada.


Mas pude comprobar que todo es falso:

la nieve era de plumas, 

la hierba verdeciendo entre los fangos.


Quise cantar muy alto,

pues vi mi corazón, igual que las palomas,

aterido mas vivo posado en aquel árbol.


El ruido del silencio puso un dedo en sus labios.


Cerré los ojos. Guardé mi canto.


Me fundí en el invierno de aquel parque.

Suspiro fui, suspiro contenido en los pulmones,

invisible materia en las arterias

fluyendo entre la umbría de los desnudos álamos.

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