jueves, 18 de febrero de 2021

 SÉ TÚ, E INTENTA SER FELIZ. PERO ANTE TODO SÉ TÚ. (Al parecer, la frase es de Charles Chaplin. Solía leerla cada sábado noche hace ya ciertos años en un cuadro colgado en la pared de un pub, entre confusiones mentales, mucha música y jaleo, una cerveza de tercio y un sándwich vegetal.)


A veces amanece nublado y con viento. Otras veces amanece limpio y azul, y todo parece mostrarse en calma. 


Amanezca como fuere, el caso es que cualquier amanecer nos vale para salir de la cama inventando proyectos, proyectando objetivos, objetivando sueños. 


A veces uno se levanta de la cama con deseos de encontrar una bici de ocasión, original, magnífica y barata, lista para su uso, y pasear sobre ella por lugares así como encantados. 


A veces, las menos, uno se levanta de la cama queriendo comprarse un piso. Un piso determinado, no cualquier piso. Que tuviese una terraza, aunque pequeña, pero donde poder sentarse a mirar el cielo, que lo habrá, sea nublado o azul, o los árboles del parque, si existiesen, así estén desnudos, o vestidos de hojas frágiles, igual que alas de mariposa. 


A veces uno sueña con sus propios sueños, los perfecciona, y desea una reja firme donde anclar su bicicleta, reja que estará justo al lado del piso, para cuando regrese de sus oníricos paseos, por lugares así como encantados, es decir, como idílicos.


A veces uno se levanta de la cama y confunde el día con la noche, si aún sigue dormido, o ya despierto; si ese sol o ese azul o esa niebla o ese viento que azota la ventana son verdaderos, o ahora forman parte de sus sueños. 


A veces uno se levanta de la cama confundiendo las cosas. Y suele doler bastante (en lo más hondo del alma) cuando aclaras realidad contra deseo, cernudamente.


A veces uno se levanta de la cama maldiciendo haber leído mucho, tal vez demasiado: a Celine, a Sampedro, a Saramago, a Antoine de Saint-Exupéry, a Aldous Huxley, a Georges Orwell, a Cortázar y su Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj. A ti no te regalan un reloj, eres tú el regalado. Pues lo mismo. Tú no vas a comprarte un piso, si es que lo hicieras, sino que vas a vender tu vida, a cambio de ese piso, de esa bicicleta de ocasión, de esos paseos de ensueño.


Porque soñar es muy barato, diríase gratis. Pero la realidad cuesta un riñón, un corazón, un pulmón, un cojón, una enormísima hipoteca del grandísimo copón.

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