miércoles, 8 de mayo de 2019

No siempre tuve esta afición por escribir. Lo más antiguo que recuerdo haber escrito así como con inspiración por decirlo de algún modo fue un poema a mi madre, tendría yo unos 8 ó 9 años. Era como una postal que había que hacer en el colegio. Recuerdo que la maestra nos enseñó a hacerle a aquella cartulina con la punta de las tijeras unos adornos alrededor. También dibujé una flor coloreada en la postal. Fue el mismo año del golpe de estado y de mi primera comunión. Eso es lo más antiguo que recuerdo y me parece que ya no existe. Siguiendo con mis recuerdos fue también en el colegio pero ya más mayor que hice una redacción sobre las experiencias de mi abuelo paterno en la guerra civil, redacción que le gustó mucho a mi maestro y me puso de ejemplo ante mis compañeros de clase. Recuerdo también otro poema a la luna que hice por aquellos años en forma de caligrama, y éste sí que aún conservo. Pero ya no recuerdo más, hasta que hará unos trece años y mediante el descubrimiento para mí de internet me puse un buen día a escribir. Escribía sobre todo, aparte de poesía. Poesías que escribía de manera natural, sin estudios, y con muchas faltas de ortografía por aquel tiempo. Pero la gente me leía, y les gustaba. Me hice un blog y me leían tanto en España como en países del extranjero, sobre todo en Chile, no sé por qué. Apenas conservo nada de aquellos escritos míos. De pronto un día dejé de escribir. Y pasaron varios años. Hará dos que he vuelto a hacerlo, y con más ganas que nunca. Tan es así que me resulta imposible pasar un día sin escribir algo. La escritura se ha convertido para mí en muchas cosas, como un aliado por ejemplo para combatir la vida, una válvula de escape, una medicina, y a veces creo que incluso en una pura necesidad fisiológica. No concibo pasar un día sin atravesar esa puerta que la escritura me brinda, una puerta hacia dentro de mí, donde me exploro, me conozco, y a la vez desde ese interior contemplo lo de afuera. No sé, aún me resulta complejo el porqué de mi escritura. Sí sé que hoy día sin ella no sé vivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 Si el poeta se duerme en su palabra, el pueblo al que le canta se empobrece. Si el pueblo se empobrece y adormila, el poeta se agranda, des...