Nadie ya le discute nada
a Dylan Tomas
y Lorca no es más que ese hilo musical
por lo pabellones de la gran fiesta progre,
puro adorno como lo es la magnolia del porche.
Desemboqué en la poesía como aguacero en sumidero, arrastrado por fuerzas que más bien detesto, hacia un vacío rebosante de ruido.
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