domingo, 12 de mayo de 2019

Yo no tengo por qué explicarme,
pues soy también la no respuesta
ante tanta duda.
Pero sí digo que no se engañe
aquel que al mirarme
vea así
como un cielo gris
a punto de derrumbarse
en torrentera lluvia.
Dentro hay prados
de margaritas blancas y amarillas.
Las blancas son buenas
para jugar al me quiere o no,
las amarillas son como más tupidas.
De tanto escuchar
las músicas del campo
quizás sepa mi voz a manzanilla,
y a sol sencillo y a tierra.
También a ventolera
que arrasa lo que pilla.
Aunque siempre quedará algo,
como en cualquier despensa,
por aguda que sea el hambre y la miseria.
Como hablan de las ballenas,
esos mamíferos involucionantes
que en tiempos tuvieron manos con dedos, quizás también mi camino sea involutivo, como si mi ir fuese un retorno
al primigenio origen.
O por manifestar tal vez
cierta esencia
exenta de evoluciones
que todo ser humano conserva
aun sin saberlo.

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